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7 Abril, 2024

Bajo crecimiento: Más diagnósticos que evidencia

A propósito de las cifras positivas del Imacec y del IPOM, el profesor Eduardo Engel revisa en esta columna de opinión publicada en El Mercurio, algunas explicaciones para el bajo crecimiento del país.

"Esta semana recibimos buenas noticias en materia económica. El Imacec de febrero reveló un crecimiento anual de 2,8 por ciento (tras corregir el año bisiesto y otros factores estacionales); y el Informe de Política Monetaria del Banco Central subió la proyección de crecimiento para 2024 a entre 2 y 3 por ciento. Habiendo descartado escenarios catastrofistas, podemos abordar preguntas importantes, como qué hacer para crecer más rápido en las próximas décadas.

La respuesta depende del diagnóstico que se tenga de por qué se ralentizó el crecimiento en Chile. La explicación favorita de los analistas de derecha es culpar a la reforma tributaria del segundo gobierno de Bachelet, concretamente, al aumento de la tasa de impuesto corporativo a 27 por ciento. La solución que proponen es bajar el impuesto corporativo, sin subir ningún impuesto para compensar. Porque, se afirma, subir cualquier impuesto en Chile tendría consecuencias nocivas sobre el crecimiento.

Ese diagnóstico tiene dos problemas. El primero es que el crecimiento se ralentizó bastante antes de 2014. Una gráfica que publicó Rodrigo Wagner esta semana, con los datos del Imacec no minero, sugiere que el quiebre de crecimiento sucedió a mediados de 2012. Los datos de productividad no minera también sugieren un quiebre en 2012. Y, si se incorpora la minería, el quiebre fue mucho antes.

Lo anterior no descarta la posibilidad de que la tasa de impuesto corporativo sea demasiado alta. Sin embargo, la solución que se ofrece, bajar la tasa corporativa sin compensar, no deja de ser curiosa. Lo normal es que la carga tributaria (los impuestos como fracción del producto) aumente a medida que los países crecen, pero Chile no es un país normal. Entre 1991 y 2016, el producto per cápita creció a más del triple, mientras que la carga tributaria se mantuvo prácticamente constante. ¿Qué explica que otros países pudieron aumentar su carga tributaria cuando pasaron por donde nosotros estamos ahora y nosotros no?

Una segunda explicación para el bajo crecimiento es un exceso de burocracia para realizar inversiones, la llamada “permisología”. Existen anécdotas que ilustran estos excesos y que evidencian una falta de coordinación entre autoridades al momento de entregar permisos. Sin embargo, algunos líderes parecieran querer volver a décadas pasadas, cuando las consideraciones medioambientales y de salud no tenían un rol relevante en las decisiones de inversión. A mediados de marzo, el Gobierno ingresó a la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca reducir los plazos para los procesos de aprobación de proyectos. Teniendo en cuenta los tiempos que corren, la reacción de los líderes empresariales fue bastante positiva. Lamentablemente, no hay estudios cuantificando el impacto que tendrá esta agenda sobre el crecimiento de mediano y largo plazo.

Una tercera explicación es que, desde hace varias décadas, no hay nuevas industrias exportadoras grandes y exitosas, como fueron los vinos, la fruta y los salmones. Relacionado con lo anterior, la década de 2011 a 2020 fue una década perdida en términos de productividad. Los análisis a nivel de empresas del Banco Central muestran que la productividad al interior de las empresas está estancado y que la reasignación de trabajadores y capital entre empresas, en lugar de aumentar la productividad, la reduce.

Lo anterior sugiere un problema serio en innovación, también en investigación y desarrollo (I+D). Nuestro gasto en I+D, mucho menor que el promedio OCDE, en lugar de crecer, viene cayendo. ¿Por qué las empresas, aun las de sectores donde tenemos ventajas competitivas, no están innovando? Responder esta pregunta será clave para mantener tasas de crecimiento más altas en las décadas que vienen. Parte del problema es que estamos lejos de un acuerdo transversal sobre qué hacer en innovación y cada gobierno parte por descontinuar lo que hizo el anterior. Una cuarta explicación es la baja participación de las mujeres en la fuerza laboral: estamos en el lugar 113 en el mundo. Si las mujeres que trabajan aumentan en un 10 por ciento, el producto crece en un apreciable 4 por ciento. Para avanzar en este tema, se necesita de políticas sociales que igualen la cancha para las mujeres como, por ejemplo, aprobar, finalmente, la sala cuna universal y compensar las brechas de género por cuidados de terceros, como se propone en la reforma previsional.

Una quinta explicación, destacada por la OCDE como una política clave para que Chile crezca más, es la falta de competencia en varios sectores. Un ejemplo son los notarios, donde una reforma que introduce competencia llevaría a una ganancia de productividad impresionante (los costos se reducirían en 95%).

Finalmente, cabe mencionar algunas debilidades institucionales que inciden en el crecimiento, como la evasión del Transantiago, los problemas de seguridad ciudadana y los desafíos fiscales que el Consejo Fiscal Autónomo ha destacado en un informe sin recibir la atención que merece. Estas debilidades tienen que ver con un sistema político trabado, con tendencia a aprobar políticas mal diseñadas y con una creciente dificultad para abordar temas complejos.

Existen diversos diagnósticos para el bajo crecimiento de Chile. Todos tienen buenas anécdotas, pero sabemos poco sobre el impacto que tendría cada una de las políticas que se proponen. ¿Cuáles aportarán unas décimas de crecimiento? ¿Cuáles puntos porcentuales completos? ¿Alguna que pueda generar un crecimiento alto durante varias décadas? Es importante elaborar un diagnóstico más completo porque, sin un buen diagnóstico, no encontraremos las políticas que permitan aumentar el crecimiento de manera sostenida".

Fuente: El Mercurio, 7 de abril de 2024.