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"Chile: un juego de suma cero"
Un gran avance en economía fue entender y analizar cómo interactúan estratégicamente las personas. A este análisis se le llama teoría de juegos. Una de las distinciones importantes que tienen los distintos “juegos” es si estos son o no de suma cero. Un juego de suma cero es aquel en que las ganancias de un jugador (partido político, agente económico, grupo de interés, etc.) se equilibran con las pérdidas de otro. Son juegos donde las ganancias totales de los participantes y las pérdidas totales son cero.
Desde hace más de una década que en Chile estamos enfrascados en un juego de suma cero, con características de una guerra de desgaste. En este “juego”, cuyo ejemplo icónico es la Primera Guerra Mundial, quienes toman las decisiones se encuentran en un punto en el que ambas partes están dispuestas a continuar luchando y soportando el desgaste de recursos y esfuerzo, pero ninguna de ellas ve un incentivo para transar y salir. En otras palabras, ambas partes creen que seguir luchando es más beneficioso que transar, a pesar de los costos continuos asociados con la lucha. El mejor ejemplo de que estamos sumergidos en un juego de desgaste es la eterna reforma previsional. Post las modificaciones de 2008, donde se incluye el Pilar Solidario con la Pensión Básica Solidaria, antecesora de la Pensión Garantizada Universal, hemos tenido un proyecto distinto por cada Presidente.
En 2017, la presidenta Bachelet envía su proyecto. En él se plantea subir la tasa de cotización en 6%, de cargo del empleador. El actual 10% se mantiene en las AFP, y 4 puntos del alza van a una cuenta individual del trabajador administrada por un ente autónomo (no las AFP). Los 2 puntos restantes se asignan inicialmente a subir las pensiones actuales. Este traspaso cae en el tiempo, y los recursos liberados se van depositando uniformemente en las cuentas individuales. A esta propuesta, la oposición de derecha se opone tajantemente. Dada la caída de popularidad de Bachelet, el proyecto no avanza.
En agosto de 2018, el presidente Piñera ingresa su proyecto. Se aumenta la tasa de cotización en 4,2%, del cual 0,2% va a un seguro solidario, y se establece un aumento del Pilar Solidario del 0,8% al 1,2% del PIB (unos US$ 41.200 millones más). En su tramitación, el ministro del Trabajo de la época hace hincapié en que no estaba contemplado que las AFP participen en la gestión del 4% adicional. La oposición de centroizquierda se opone al proyecto.
La popularidad del gobierno cae. Para viabilizar el proyecto, en marzo de 2021, se aumenta la cobertura del Pilar Solidario en medio millón más de pensionados. Se aumenta la cotización a 6%, pero solo 3% va a una cuenta individual administrada por una Agencia Pública, y el 3% restante va para aumentar las pensiones actuales. La oposición se opone, y ahora pide que sea el 6% que vaya a reparto para las pensiones actuales. El proyecto no avanza, y el presidente Piñera a un mes de salir de La Moneda lanza la Pensión Garantizada Universal (hoy de $206.000) para cinco millones de personas, con un gasto fiscal adicional de 0,9% del PIB. Es decir, entrega un gran caramelo, sin avanzar nada a cambio, y dejando sin caramelos al próximo gobierno para pasar una reforma.
En noviembre de 2022, el Presidente Boric ingresa su reforma. Se aumenta la cotización en un 6% de cargo del empleador. La cotización adicional va a cuentas nocionales con cierta redistribución, que administra un ente autónomo (no las AFP). Pero la rentabilidad de los fondos en las cuentas nocionales es menor a la de mercado, con lo cual la “cotización efectiva” en ellas es solo de un 4%. Con el 2% restante se paga una mejora a las pensiones actuales. La oposición de derecha se opone tajantemente, y ahora pide que el total del 6% vaya a una cuenta individual del trabajador, muchos planteando que este 6% lo administren las mismas AFP.
Seis años de desgaste, con altos costos y soluciones parche que van haciendo cada vez más difícil avanzar. Cómo salir de esto. La única solución es que los que votamos castiguemos a quienes están en esta guerra de desgaste, cambiando sus posiciones solo para infligir un costo al adversario. En pensiones es tan obvio ver cómo cada sector, en su oportunidad, ha extremado sus posturas sobre cómo repartir la cotización adicional del 6% solo para que el gobierno de signo contrario no pueda pasar ninguna reforma.
Si queremos salvar nuestra democracia y economía, y salir de este juego de suma cero que nos ha llevado a crecer 0 en términos per cápita en la última década, no podemos seguir apoyando a quienes un día plantean que una idea o persona es “buena” cuando están en el Gobierno, y luego plantearlas como nefastas cuando pasan a la oposición.
Fuente: El Mercurio, 16 de septiembre.