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"¿De dónde sacamos los 50 mil millones?"
Con esta frase el Presidente Boric respondió a dos dirigentes gremiales del sector de la salud cuando estos solicitaban que se mantuvieran los funcionarios en salud contratados para la pandemia del covid-19. Creo que es una respuesta difícil, pero es la correcta para un gobierno que está en una situación fiscal sin holguras, y que entiende que romper equilibrios fiscales es pan para hoy e inflación para mañana.
Pero quizás más importante es preguntarnos por qué el Presidente debe contestar de esta forma sabiendo que tenemos un tema en salud. Las listas de espera son un problema que afecta a la población. Como también los temas de falta de vivienda y pensiones. Muchos de estos son problemas que llevamos arrastrando desde hace tiempo, quizás con la excepción de vivienda. ¿Por qué no los solucionamos?
Sin duda, hay más de una razón, pero una obvia, que nos la recordó el Fondo Monetario Internacional (FMI) esta semana, es que el poder adquisitivo per cápita de Chile no ha crecido casi nada en los últimos diez años. Solo un 0,6% por año, es decir, que deberíamos esperar 121 años para poder doblar el gasto en salud, en educación, en vivienda, en cultura, etc. Para los hogares es lo mismo; como nos mostró la encuesta Casen, el salario real no ha crecido casi nada en la última década. Por desgracia, el FMI nos dice que el próximo año volveremos a crecer, con suerte, algo por sobre el crecimiento de la población.
Ahora, en vez de llorar y tirar balas a los del equipo del frente, creo que es importante pensar qué nos puede haber pasado para haber tenido esta década perdida. Hay muchos factores: la fragmentación del sistema político, su incapacidad de producir acuerdos mínimos (lo seguimos viendo en la actual discusión constitucional), los abusos-sensación de injusticia que hizo que muchos dudaran de nuestro ''acuerdo social'', entre otros. Pero quiero recalcar hoy un elemento que se está mostrando con fuerza y que explica parte del nulo crecimiento. Desde hace mucho tiempo, nuestras políticas han asumido que creceríamos.
Cuántas veces hemos escuchamos decir que ''siempre es lo mismo, el cuento del lobo, que este cambio le pega al crecimiento, pero al final no pasa nada''. O peor aún, el no crecimiento o decrecimiento no es malo, pues mejora el bienestar futuro. Múltiples regulaciones y políticas en áreas de medio ambiente, de ordenamiento territorial, de beneficios, etc., no han sido evaluadas tomando en forma seria su impacto en el crecimiento. Por ejemplo, es cierto que se puede crecer en forma amigable con el medio ambiente, pero no se puede crecer cuando todas las medidas no consideran que distorsionan o ponen una carga a la actividad económica. Y peor aún, no considerar que políticas o planteamientos políticos ponen trabas a políticas sociales para los más pobres, pienso en las dificultades que se han puesto para acceder a terrenos para viviendas sociales: viviendas para gente que hoy no tiene ni agua potable ni alcantarillado.
Toda decisión de política pública es multidimensional, afecta diferentes aspectos de nuestras vidas, genera redistribuciones de riqueza y bienestar, y por esto siempre tiene que ser evaluada desde múltiples ángulos. Sin duda, nuestras decisiones deben estar guiadas por hacia dónde quiere ir el país, pero también sabiendo siempre dónde estamos. Por ejemplo, debemos saber que hoy i) contaminamos, vía CO2 por habitante, 1/3 de lo que contamina Canadá y Australia, y 2/3 de lo que hace Nueva Zelandia; ii) que hoy nuestro ingreso por habitante aún no alcanza el de Canadá y Australia en los ochenta, y es similar al de Nueva Zelandia en esa misma década, y iii) que nuestro ingreso está peor distribuido.
Lo que dijo el Presidente a estos dirigentes gremiales, o la falta de acceso al agua potable de muchos, nos debe hacer reflexionar cómo ponemos en la balanza los distintos fines que queremos lograr como país al momento de definir las políticas públicas. Para mí, hoy, los pobres tienen un peso mayor.
Fuente: El Mercurio, publicado el 14 de octubre de 2023