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11 Marzo, 2011

Derecho para afuera / Diario La Tercera

Sinceramente, no entiendo la política de becas para estudios en el exterior de este país. No la entiendo. Los expertos me explican procedimientos, justifican sus comités, las razones para consultarlos, los motivos para el papeleo. No me convencen.

Sinceramente, no entiendo la política de becas para estudios en el exterior de este país. No la entiendo. Los expertos me explican procedimientos, justifican sus comités, las razones para consultarlos, los motivos para el papeleo. No me convencen.

Un estudiante aceptado en un buen programa de estudios extranjero debiera tener derecho a financiamiento con la sola carta de aceptación más sus compromisos de completar el título y volver a Chile. Y si necesita prueba de financiamiento, antes, al postular, debiera poder imprimir de un sitio una carta del Estado garantizando que si queda en ese programa, lo tendrá. Punto. El listado de programas elegibles debiera estar establecido de acuerdo a criterios objetivos de inclusión y exclusión, y si un estudiante solicita meter un programa nuevo, debiera ser evaluado y, una vez incluido, ser un derecho para futuros postulantes.

Lo que hay que evaluar es programas. Que a los estudiantes los evalúen los comités de admisión de cada universidad. Todo lo demás es burocracia. En un país con problemas de liquidez, como el Chile ochentero, quizás tiene sentido esa burocracia. Quizás hay más postulantes con posibilidades de ser aceptados que lo que se puede financiar. Entonces se vuelve necesario ranquearlos considerando méritos y rentabilidad social de sus estudios, y si quedan demasiados en buenos programas, quizás podría tener sentido decir: "Lo siento, cabros, sólo hay plata para la mitad este año". Esto es lo que ocurre hoy.

Pero en un país con sobre 20 miles de millones de dólares de reservas soberanas y otros 28 en reservas del Banco Central, este comportamiento es absurdo dados los montos involucrados. Si quedan "demasiados" estudiantes en buenos programas afuera… ¿qué importa? Además, ir a estudiar afuera hace que a la gente se le abra la cabeza, genera igualación social y meritocracia, exposición a cultura y a contactos, impulsa la valoración por el esfuerzo y el apetito por el progreso civilizatorio. Dadas las tasas que están ganando esos fondos empozados, este es claramente un mejor uso de esos recursos.

La otra castañuela con que salen es que la razón por la que hay que mantener racionado el acceso al financiamiento para estudios afuera con comités y procesos es para favorecer a los programas de las universidades locales que compiten con las de afuera. O sea, obligar a los estudiantes a quedarse. Esto, porque los estudiantes no se dan cuenta de que se van a programas peores, que no les convienen. Les propongo otra idea: obliguemos a los chilenos a ver canales chilenos en el cable, usar computadores chilenos, autos chilenos, ropa chilena y comprar figuritas de acción de héroes de la independencia. ¿O saben qué?  Mejor no.

Mejor que las universidades chilenas compitan internacionalmente por tener buenos estudiantes y que si el Estado las quiere ayudar a ser competitivas, que se ponga con los recursos para tener buenas plantas de académicos y con los incentivos para que lo sean. No con proteccionismo ratonil, sino con apuestas de desarrollo universitario. Mejor que los estudiantes que se la puedan para entrar a buenos programas y buenas universidades no tengan que pedir permiso y se vayan derecho para afuera.