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22 Agosto, 2022

Dos entrevistas al Profesor Ffrench-Davis

En estas dos extensas entrevistas, el profesor del Decon, Ricardo Ffrench-Davis aborda los temas que le ocupan y cuyo análisis plasmó en su más reciente libro "La Pandemia Neoliberal. Hacia una Economía al Servicio de la Gente".

A continuación, reproducimos la entrevista realizada por el periodista David Lefin de El Mercurio publicada en la edición del 21 de agosto del diario, en la que el economista revisa desde su especialidad, la actualidad del país.

“Necesitamos una estrategia de desarrollo con crecimiento sostenido de la actividad económica, como un rasgo estructurante de la inclusión de los sectores de ingresos bajos y medios”, afirma el economista y académico de la Universidad de Chile, Ricardo Ffrench-Davis.

En su reciente libro La Pandemia Neoliberal llama a poner la transformación de la matriz productiva en el centro del debate, más allá de las discusiones coyunturales. “El plebiscito es importante, se van a votar las normas que nos rigen, pero las constituciones no dan todas las soluciones. Ahora el tema que debe concentrarnos es el desarrollo productivo”, dice.

El economista destaca que el fuerte desarrollo que tuvo Chile en los años 90 fue diluyéndose en las últimas décadas en que el país se dejó llevar por la inercia.

Ahora, plantea, lo prioritario es profundizar el financiamiento de las pymes, avanzar hacia un banco de desarrollo productivo, mejores empleos y un gran esfuerzo de desarrollo de capital humano, con educación de mayor calidad y mejor distribución real de oportunidades.

Hace algunas semanas, Ffrench-Davis se manifestó públicamente por el Apruebo, pero dice que hay varias materias que se deben reformar del texto que propuso la Convención Constitucional. “Estoy de acuerdo con muchas correcciones, porque si se juntan cuatro técnicos y dos dicen una cosa respecto de un artículo y otros dos lo interpretan de otra forma, significa que hay que clarificar. Es obvio”.

Pero, al mismo tiempo, con el mismo énfasis sostiene que “la Constitución vigente fue un obstáculo durante los 30 años de democracia para avanzar más. Cuántas leyes que habrían sido buenas no pudieron pasar por los quorum o si pasaban después quedaban en el Tribunal Constitucional. Leyes que habrían sido buenas para el crecimiento, la inclusión y la paz social”.

A su juicio, ¿qué llevó al estallido de 2019?

“Fue la acumulación de varios ingredientes. Esta economía pegó un salto después de la dictadura, cuando creció 2,9%, y luego, entre 1990 y 1998, creció un 7,1%. Hubo un aumento de la participación laboral, también de la mujer, un fuerte aumento del salario mínimo y cierta mejora en la distribución del ingreso. Y eso luego se fue trancando con altibajos. La política cambiaria tiene que evitar las puntas extremas. Hasta más o menos 1996 la política cambiaria funcionó muy bien, y después nos vamos a la moda neoliberal de dejar que el tipo de cambio responda a los flujos de capitales. Después de 1998 pasamos por cuatro ciclos de infladas y desinfladas de la economía, lo que fue muy negativo.

En lo económico, nos quedamos cómodos. Nos acomodamos en el asiento y dejamos el timón fijo. Le dejamos el espacio libre para el mercado y el tipo de cambio comenzó a manejarlo el mercado. Y no se puede fijar el timón y soltar todo cuando estás en un nivel de per cápita de un 25% de las economías desarrolladas. Estás muy lejos de ellos”.

¿Qué consecuencias tuvo?

“Con estas infladas y desinfladas de la economía, el desempleo también sube y baja, pero a niveles promedio cada vez más altos. Hay más vacíos en los períodos de empleo, que se ven en las lagunas de las AFP. Eso hiere en los hogares. Y el crecimiento de los salarios promedio pasó de 4,5% a 5% hacia un 2%.

Al mismo tiempo aparece la corrupción, en este país que se creía honesto. No es que se robaron la plata, pero vinieron los financiamientos de los grupos económicos a la política con los casos que conocimos como la ley de pesca, SQM. En inversión en salud fuimos muy lento y las filas fueron creciendo. Lo mismo con la educación, en que nos fuimos quedando atrás. Hubo mucha inercia. Nos olvidamos de la tarea más importante, y eso llevó a las lamentables violencias que vivimos, pero también a las manifestaciones pacíficas de más de 1 millón de personas pidiendo cambios”.

¿Qué siente cuánto acá se decía que no eran $30, sino 30 años?

“Es que la gente no se acuerda cuál era la situación de sus padres 25 años atrás. El salario mínimo, que heredó la democracia era inferior al mínimo de los años 70-71. El año 2019 ya veníamos de muchos años de estos ciclos. Permanentemente estamos cayendo y recuperándonos. El país no está donde podría haber estado con una buena macroeconomía real estabilizadora”.

¿A su juicio, lo que se necesita hoy es más Estado?

“Sí. Esto lo hizo el Estado de Roosevelt, lo hizo el Estado de Adenauer, lo hizo el Estado del general De Gaulle y después los que lo sucedieron. Lo hicieron los Estados del Partido Laborista en Reino Unido. Se requiere un Estado coherente, capaz de mandar, de tomar las decisiones, que tiene fuerza y tiene más ingresos. Pero en la carga tributaria nos quedamos 24 años sin hacer una reforma tributaria después de la reforma de los 90”.

¿Cuál es el rol que les cabe a los privados en este modelo que usted describe?

“Invertir, producir, innovar y, al mismo tiempo, respetar el trabajo y respetar el medio ambiente. Estas cosas se han ido reglamentando, hemos ido avanzando en eso”.

Pero para que las empresas inviertan tienen que tener incentivos…

“Sí. Y en eso también tenemos que mejorar. El incentivo primero es la seguridad, como declararon los mismos dirigentes empresariales. Obviamente, necesitamos fortalecer la seguridad, sobre todo en algunas regiones del país, donde se está afectando al mundo de la producción”.

¿Qué le parece la reforma tributaria que está proponiendo el Gobierno?

“Es una reforma tributaria razonable, no abusiva ni expropiatoria, son 4 puntitos del PIB, cuando estamos a 8 puntos del promedio de los que nos comparamos. La reforma va bien encaminada. La gente que la ha hecho es seria, pero también son seres humanos y, por lo tanto, hay que dialogar. El royalty está bien. Y en el impuesto a la riqueza, yo me pregunto por qué desde US$ 5 millones para arriba. Que la clase media a la que le va bien y que van ascendiendo, también participe con poquitito. Eso es la Europa democrática”.

¿Propone que más personas paguen ese impuesto al patrimonio?

“Claro, pero con otras tasas más bajas. Que se acostumbren los que también lograron acumular cuando teníamos tasas de impuestos más bajas, con más exenciones.

Ahora, el impuesto a la renta de las empresas del 27% está bien, no correspondía subirlo, y la rebaja a 25% si es que hacen innovación es interesante. Eso es mucha plata. Son dos puntos, pero tienen que ir a innovación en serio y hay que cuidarlo, si no, puede ser un canal de elusión con innovación falsa”.

El impuesto a la renta de las personas se sube en los tramos altos, desde $4 millones. ¿Se debió subir la tasa a los tramos más bajos?

“Yo lo bajaría a menos de $4 millones. El 25% de la gente paga impuesto a la renta. El global deja al 75% de la gente afuera y eso no lo tocaría. Pero de $780 mil hacia arriba aplicaría estas reformas y que todos pongan un poquito más progresivamente”.

Han aumentado las personas que inician los procesos para irse tributariamente de Chile y domiciliarse afuera. ¿No ve el riesgo de que el impuesto al patrimonio profundice esta salida de capitales como algunos advierten?

“Parece muy dudoso que alguien se vaya por un impuesto de esa magnitud, pero hay gente que equivocadamente quiere irse, que no sabe que a donde se van quizá tendrán que pagar más impuestos que en Chile. Yo les digo que se queden en Chile, cómo se van a ir por un 1% o un 1,8% (de impuesto al patrimonio), cuando allá en otros países hay cargas tributarias de 40%.

Hay otra incertidumbre, por el plebiscito, pero creo que si lo hacemos medianamente inteligente, con cualquiera sea el resultado del 4 de septiembre no vamos a llegar a situaciones extremas. Los cabezas calientes de los dos extremos hoy día son minoría. Hay gente que cree que Chile se va a hundir. Yo tengo la plena esperanza de que hay más probabilidades de que el país no se hunda y, por lo tanto, yo les digo que se queden en Chile”.

¿Qué se está jugando Chile en esta elección?

“Yo creo que va a ser importante, pero cualquiera sea el resultado creo que el país va a ir bien. Sobre todo por el lado del Apruebo, donde ha ido creciendo la cordura, desde los anuncios del Presidente de la República, los ministros y las fuerzas organizadas que tienen representación en el Parlamento. Por otro lado, también están las ofertas en el lado del Rechazo, donde algunos han jurado que están dispuestos a cambiar la Constitución de su general. Por lo tanto, no nos vamos a quedar ni con esta Constitución ni con la que se propone”.

Usted se manifestó abiertamente a favor del Apruebo, pero dice que hay que reformar. ¿Qué hay que cambiar?

“Claro, hay que aclarar y reformar, porque hay cosas confusas. No quiero entrar en esos detalles. Pero lo que sí quiero decir es que después del 5, pase lo que pase, este país se tiene que preocupar del desarrollo productivo”.

¿Y eso se puede hacer si ganara el Rechazo?

“Depende de si se sacan las trabas más fuertes de la Constitución vigente. Mejoramos con el 57% (que son los 4/7) en lugar del 66,6%, pero la derecha tiene el Senado. Entonces, necesitamos que realmente se levanten las trabas. Porque muchas cosas que impedían al Estado avanzar están en la Constitución”.

Esta semana se conoció el PIB del segundo trimestre que mostró una economía estancada con una inflación que se mantiene sobre 13%. ¿Qué debe hacer la autoridad en este escenario?

“Yo creo que las autoridades de gobierno junto con el Banco Central están haciendo las cosas bien. Lo fundamental ahora es apoyar las transformaciones estructurales y en eso un punto muy importante es que necesitamos un mercado de capitales para las pymes. Y ahí está el necesario desarrollo del BancoEstado o la Corfo. Necesitamos financiamiento de las pymes con créditos de mediano y largo plazo, porque son esenciales para crecer con inclusión. Y con las grandes empresas, conversemos, acordemos, y creémosles un entorno de seguridad para que inviertan. Que se vea que hay avances y no titubeos”.

El tipo de cambio volvió a bordear los $950 esta semana. ¿Cómo ve esta volatilidad?

“Chile no necesita un tipo de cambio tan alto, sino que más estable. Un dólar $800 y $590 y luego a $950 es muy malo. Esta moda neoliberal de dejar que el tipo de cambio responda a los flujos de capitales es estupendo para los especuladores y pésimo para los exportadores y pymes que compiten con importaciones. Lo principal, a mi juicio, es que una política macroeconómica estabilizadora, por ejemplo con intervención en el precio del dólar, no debe actuar solo en casos extremos, sino que debe procurar evitar que nos vayamos a los precios extremos, evitando tipos de cambio desalineados de su sostenibilidad”.

Fuente: El Mercurio

Pocos días antes, la Revista Santiago de la Universidad Diego Portales publicó la entrevista que el periodista Matías Hinojosa hizo al profesor Ffrench-Davis, quien revisa distintos temas que desarrolla en su libro La Pandemia Neoliberal. Hacia una economía al servicio de la gente.

https://revistasantiago.cl/pensamiento/ricardo-ffrench-davis-debieramos-haber-ido-ajustando-gradualmente-la-edad-de-retiro-pero-nadie-se-atreve-a-hacerlo/