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6 Octubre, 2010

El dólar: ¿intervenir o no intervenir? / Diario Financiero

El dólar parece estar en caída libre. Hace menos de dos años estaba a $ 600, hoy a caído a $485 (y hace sólo tres meses estaba en $540) Como es natural los exportadores están en pie de guerra pidiendo acción, pues su competitividad peligra. Por cierto, nuestra competitividad no ha caído tanto como el dólar, puesto que también se han apreciado la gran mayoría de monedas emergentes. En efecto, desde febrero 2009 el peso se ha apreciado 20% respecto al dólar, pero “sólo” 10% frente a todos nuestros socios comerciales.

El dólar parece estar en caída libre. Hace menos de dos años estaba a $ 600, hoy a caído a $485 (y hace sólo tres meses estaba en $540) Como es natural los exportadores están en pie de guerra pidiendo acción, pues su competitividad peligra.
Por cierto, nuestra competitividad no ha caído tanto como el dólar, puesto que también se han apreciado la gran mayoría de monedas emergentes. En efecto, desde febrero 2009 el peso se ha apreciado 20% respecto al dólar, pero “sólo” 10% frente a todos nuestros socios comerciales.

¿Deberá intervenir la autoridad el tipo de cambio, como lo están haciendo muchos países y ya lo hizo hace dos años? La autoridad considera que el tipo de cambio actual está dentro de sus fundamentos. Obviamente, el tipo de cambio, así como cualquier otro precio, siempre está dentro de sus fundamentos en el sentido que equilibra la oferta y demanda de divisas de ese día. Pero, interesa que el tipo de cambio equilibre la oferta y demanda de divisas de largo y mediano plazo, y no sólo de corto plazo, si es que queremos tener inversión en exportaciones nuevas. El problema es que nadie sabe a ciencia cierta cuál es este valor.

Si el precio del cobre fuera a permanecer muy por encima de US$ 3 la libra, tendríamos un dólar bajo, como en la actualidad. En cambio, si el precio del cobre cae por debajo de US$2 como entre 1985 y 2005, el tipo de cambio de largo plazo estaría muy por encima del actual. De hecho, si el tipo de cambio real efectivo fuera el de 1986-1997, corrigiendo adicionalmente por el hecho que ahora el arancel medio es 2% versus 12% en ese período y que ahora no tenemos el reintegro simplificado de 10% para las exportaciones “nuevas”, el tipo de cambio actual estaría bastante sobre $ 550.

Por cierto, nadie sabe cuál de estos dos escenarios es el correcto. Mas los riesgos asociados a cada escenario son muy asimétricos. Si, por creer que a largo plazo el precio del cobre fuera a bajar bastante, la autoridad interviniera y comprara reservas, y se equivocara, habría mal gastado recursos en compra de divisas, pero en un escenario donde Chile es más rico de lo que se creía, puesto que el precio de largo plazo del cobre sería elevado. En cambio, si no interviene y el precio del cobre cae y el tipo de cambio de largo plazo sube, el país pierde, puesto que no se habrán realizado muchas inversiones en nuevas exportaciones, por tener un tipo de cambio bajo, como el actual.
Este es un país exportador pequeño. Entre 1986-97, nuestro desarrollo fue impulsado por un crecimiento de casi 10% anual en las exportaciones. En los últimos diez años, en cambio, con un tipo de cambio real efectivo significativamente menor, este volumen creció a la mitad y el producto en menos de 4% anual. Si queremos crecer a 6% más allá del período de la reconstrucción, nuestras exportaciones debieran crecer 7%-8% anual en volumen. Es difícil imaginar un crecimiento semejante de las exportaciones con el tipo de cambio actual, puesto no sólo perjudica a las exportaciones, si no que imposibilita que surjan nuevas. Y esas son las que más necesitamos si es que vamos a acelerar el ritmo de crecimiento al 7%-8% anual.

Por su relevancia para nuestro crecimiento y la asimetría en los riesgos, me parece razonable intervenir el tipo de cambio. En efecto, incurrimos costos si se da el escenario bueno (cobre permanentemente alto), mientras que recibimos beneficios si se da el escenario malo (un cobre más barato). Al intervenir, compramos una suerte de póliza de seguro: ganamos, en el caso de que nuestro ingreso permanente no sea tan alto, por tener un tipo de cambio más cercano al de largo plazo y, por ende, por haber estimulado las exportaciones nuevas; y perdemos algo (la “prima de seguro” que es la intervención) de no caer el precio del cobre, justo cuando tenemos un ingreso permanente mucho más elevado que lo anticipado por tener un precio de cobre de largo plazo más alto. La intervención, pues, aprovecha esta asimetría en los riesgos.