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2 Noviembre, 2010

¿Por qué duele el dólar? / Diario La Tercera

Entender por qué duele el dólar no significa que haya que ponerse metas cambiarias explícitas ni hacer leseras comunicacionales. Si uno mira las exportaciones de Chile descubre tres cosas: somos poco diversificados en bienes; poco innovadores, y aparentemente bien diversificados en mercados.

Entender por qué duele el dólar no significa que haya que ponerse metas cambiarias explícitas ni hacer leseras comunicacionales.
Si uno mira las exportaciones de Chile descubre tres cosas: somos poco diversificados en bienes; poco innovadores, y aparentemente bien diversificados en mercados.

Los 20 principales productos de exportación chilenos ocupan entre un 70% y un 90% del total. De estos "20 principales", la mayoría son "clásicos" que están ahí hace décadas. Esto no es bueno, porque, en general, las transiciones hacia el desarrollo (excepto petroleros) incluyen el desarrollo de nuevas ventajas comparativas. Es decir, los países se desarrollan produciendo nuevas cosas, lo que hace central las políticas de innovación y desarrollo productivo. El problema es que -salvo excepciones muy conocidas- esto involucra un período prolongado de aprendizaje con bajos márgenes. Si las industrias con bajos márgenes no tienen tiempo de aprender y enfrentan un ambiente hostil o excesivamente volátil, la transformación productiva y la fase final del desarrollo serán muy difíciles.

Ahora, si uno mira los patrones de exportación chilenos de los últimos siete años descubre que Asia es un 37% de nuestros mercados; Europa, un 25%, y América, un 34%, de lo cual EEUU representa apenas un 14%. ¿Por qué duele el dólar, entonces? Una razón es que el mundo "dólar" es más que EEUU. Así, China tiene, en la práctica, un cambio fijo respecto del dólar, y suma otro 14%.

Pero hay otra razón más poderosa. Los gringos representan un 45% en nuestros mercados agrícolas, silvícolas y pesqueros. Si uno mira con cuidado descubre que en los sectores más tradicionales tienden a pesar poco (la UE se "empina" por sobre el 50% de nuestro vino), mientras que en los más novedosos y prometedores pesan más (el 50% de nuestros muebles son para EE.UU.). Para decirlo en simple: nuestros sectores innovadores tienden a ser dólar-dependientes.

Si además uno recuerda que estos sectores son los de mayor potencial de generación de empleos (la minería es cada vez más capital intensiva y el retail no da más) y que se concentran en las zonas del terremoto, entonces uno entiende por qué el Presidente que prometió un millón de empleos está tan nervioso con el dólar.

Ahora bien, entender por qué duele el dólar no significa que haya que ponerse metas cambiarias explícitas ni hacer leseras comunicacionales. Buena parte de lo que le pasa a esa moneda es merecido, de equilibrio y fuera de nuestro control. Los gringos tienen que aprender a demandar menos, nosotros a venderles menos a ellos y más a otros. Esa transición es costosa y difícil, pero inevitable.

Cuidado, además, con poner las fichas en cosas que son poco viables, como grandes reformas laborales y reducciones agresivas del gasto fiscal. Estas cosas están en otros plazos y escalas
temporales a las de la transición cambiaria global actual.

Hay cosas que sí podemos hacer. El Banco Central y Hacienda pueden intervenir para bajar la velocidad de revaluación, dando tiempo a los exportadores y reduciendo el trauma financiero del ajuste cambiario. Mientras, Economía y la Corfo pueden ayudar con un programa de fomento exportador muy centrado en penetración de nuevos mercados y que ojalá vaya un poco más a fondo que el fenicio de la "ventanilla única". Es decir, podemos ayudar a que duela menos la transición cambiaria que se viene, más que intentar evitarla.