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20 Mayo, 2023

"¿Voto obligatorio o péndulo? Explicando las (in)consistencias de la ciudadanía chilena"

En esta columna del académico del DECON, Eduardo Engel, junto con los académicos David Altman, Juan Díaz M. y Benjamín Peña publicada en El País, analizan datos que permitan explicar el resultado de la reciente elección de consejeros constitucionales.

Hay dos grandes teorías: el voto obligatorio junto a la inscripción automática incorporó a un grupo de votantes que esencialmente es de derechas o el voto anti-sistémico, que no guarda relación con el clásico eje izquierda-derecha.

Se han dedicado ríos de tinta a explicar los sorprendentes resultados de la reciente elección de los miembros del consejo que redactará una nueva propuesta constitucional para Chile, incluyendo varias columnas en este medio. ¿Qué significa que el Partido Republicano, a la derecha de los partidos tradicionales de ese sector, obtuviera el mejor resultado electoral que haya tenido un partido político chileno en una elección nacional en más de medio siglo? Si bien las explicaciones adquieren sabores y texturas distintas según quien realiza el análisis, creemos ver dos grandes teorías sobre la mesa. La primera apunta a que el voto obligatorio junto a la inscripción automática, que debutaron en el plebiscito constitucional de septiembre pasado, donde ganó el Rechazo por amplia mayoría (62%), incorporó a un grupo de votantes que esencialmente es de derechas. La segunda teoría se focaliza en lo que podríamos llamar el voto pendular o anti-sistémico, un voto que no guarda relación con el clásico eje izquierda-derecha, donde la ciudadanía se vuelca por los impolutos de turno, para abandonarlos por una nueva alternativa apenas éstos son percibidos como contaminados por el poder.
 
Si conociéramos cómo votaron en la reciente elección de consejeros algunos grupos de electores de la votación de convencionales de 2021 que redactaron la primera propuesta constitucional, por ejemplo, quienes votaron por la Lista del Pueblo (la lista de independientes de izquierdas, ligados a las reinvindicaciones del estallido social de 2019) o quienes no fueron a votar en esa elección, podríamos evaluar la importancia de las dos teorías anteriores. Si una fracción importante de quienes sufragaron por la Lista del Pueblo en 2021 votaron por las listas de derecha el 7 de mayo, esto sería evidencia favorable a la teoría del voto en búsqueda de nuevas alternativas que no hayan gobernado hasta el momento. En cambio, si la mayoría de quienes no fueron a votar el 2021 pero sí acudieron a las urnas en la elección reciente lo hicieron para sufragar por alguna de las listas de derecha, esto sería evidencia consistente con que los nuevos votantes son principalmente de derecha.
 
Determinar cómo evolucionan grupos particulares de votantes entre dos elecciones a partir de datos agregados es un problema difícil en ciencia política, donde se corre el riesgo de incurrir en la falacia ecológica, esto es, en hacer inferencias equivocadas a nivel individual a partir de resultados agregados. Tradicionalmente, para resolver este problema, se empleaban modelos estadísticos con supuestos que a veces estaban lejos de cumplirse (lo que se conocía como la regresión de Goodman). Aquí aplicamos el método bayesiano desarrollado por Gary King, politólogo de la Universidad de Harvard, y coautores. Este es una de las aproximaciones más utilizadas en la actualidad para abordar este desafío. Es un método computacionalmente muy demandante, cada estimación toma varias horas.
 
A continuación (imagen) presentamos los cambios que hubo entre la elección de convencionales constituyentes del 15 y 16 de mayo de 2021 –el primer y fallido intento– y la reciente elección de mayo para la conformación del Consejo Constitucional. La similitud de los órganos elegidos entonces y ahora evita muchos problemas que se podrían generar en caso de comparar los resultados con otra elección. La idea es conseguir los datos más desagregados posibles, idealmente en las 38.000 mesas de votación. Pero, dado el rediseño hecho por el Servicio Electoral, tenemos que subir un nivel de agregación y nos quedamos con el nivel comunal. Encontramos evidencia que hasta el momento no se ha considerado (y reconocemos que esta es una primera aproximación, ya que aún falta muchísimo por investigar y hacer).
 
La tabla resume los resultados de nuestras estimaciones. Esta tabla muestra los porcentajes estimados de cómo se distribuyeron en la elección reciente los votos de distintos grupos de votantes de la elección de 2021. Si miramos la primera fila (Lista del Pueblo), llama la atención que un 21% de sus votantes optó por candidatos de alguna de las tres listas de derecha, con un tercio de estas personas votando por el Partido Republicano. También que un 22% de los votantes de la Lista del Pueblo no fue a votar el 7 de mayo o, si fue, votó blanco o nulo. Que más de dos de cada cinco votantes de esta lista haya optado por candidatos de partidos de derecha, incluyendo el Partido Republicano, o por no emitir un voto válido el 7 de mayo, constituye evidencia favorable a la teoría del voto anti-sistémico.
 
También hay varios elementos llamativos si analizamos la última fila de la tabla (blancos, nulos, no vota). Casi la mitad de quienes no emitieron un voto válido en 2021 –es decir, votaron blanco o nulo o se abstuvieron de votar– marcaron una preferencia por algún candidato en la elección del 7 de mayo pasado. De cada 10 de estos nuevos votantes, aproximadamente seis votaron por el Partido Republicano, tres por las restantes listas de derecha (Chile Seguro, de la derecha tradicional, y el Partido de la Gente [de corte populista] y sólo uno por la izquierda oficialista o la lista concertacionista (la coalición de centroizquierda que gobernó entre 1990 y 2010). En contraste con el párrafo anterior, la evidencia de este párrafo favorece la teoría del voto de derecha de los nuevos votantes. Cabe notar, eso sí, que parte de quienes votaron por el Rechazo en el plebiscito de salida en septiembre del año pasado y por Republicanos en la elección reciente, podrían ser votantes anti-sistémicos que buscarán otras opciones si los Republicanos llegan al poder.
 
Los datos aquí presentados no nos permiten tomar partido entre aquella teoría que explica los resultados en función del voto obligatorio y aquella que apuesta al voto antisistema. Posible y salomónicamente, cada teoría explica una parte importante de lo que está sucediendo. Lo que es claro, es que ha habido muchísimo movimiento político entre estas dos elecciones a pesar de que las separan solo dos años de distancia, la nada misma en la historia de un país.