Columnas de Opinión
No parece haber ningún elemento esperanzador. Quizás el único, para los países importadores de energía o de alimentos, sea el desplome de los precios de estos commodities, pero aun para ellos este alivio no logrará compensar el aumento en el desempleo. Pero el mayor benefi cio de la crisis es que nos está enseñando, una vez más, algunas grandes lecciones que habíamos olvidado.
Primero, los mercados fi nancieros no se autorregulan. Los problemas de riesgo moral, siempre involucrados en las transacciones financieras requieren que, para que dichos mercados funcionen bien, exista un marco regulador fuerte y fl exible. Los mercados se caracterizan por una dinámica innovadora muy potente. Esto requiere que el regulador no se quede a la zaga. Lo que hemos presenciado con la crisis financiera es una gigantesca falla en la regulación de los bancos de inversión y comerciales que actuaban como bancos de inversión. Lo ha reconocido el mismísimo Alan Greenspan, quien rehusó aplicar regulaciones a la securitización de activos hipotecarios bajo el supuesto de que los mercados podían autorregularse. Vamos a ver un esfuerzo por regular esos segmentos y las transacciones de derivados y seguros alrededor de ellos.
América Latina debiera examinar el tema regulatorio, con miras a fortalecer lo que existe. Segundo, cuando las papas queman, las autoridades deben responder con rapidez y fl exibilidad. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, simplemente botó a la basura el libreto que él mismo había contribuido a escribir.
Dejó de preocuparse por la infl ación y comenzó una seguidilla de acciones no convencionales que incluyeron abrir la ventanilla de descuento a entidades no reguladas por la Fed, como los bancos de inversión, prestarle directamente a AIG (la mayor compañía de seguros del mundo) para evitar su quiebra, intervenir en los mercados crediticios de corto plazo, comprar activos respaldados por hipotecas y deudas de tarjetas de crédito, bajar las tasas de interés a cero, anunciar que estaba dispuesto a comprar bonos del Tesoro o cualquier otro activo de largo plazo para entregar liquidez al mercado. El pragmatismo y la audacia han triunfado sobre la rigidez del dogma de moda. Hoy, lo más importante es devolverles la liquidez a los mercados de crédito congelados por la iliquidez o insolvencia de la banca. En América Latina, varios bancos centrales aún están combatiendo la infl ación con altas tasas de interés, cuando debían estar preocupándose de la recesión y el desempleo.
Tercero, frente a una severa recesión, es el Estado el que debe entrar a suplir la caída en la demanda privada, sin importarle el défi cit fi scal. A pesar del ya enorme défi cit estadounidense, el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, está desarrollando un plan de inversión pública de unos US$ 700.000 millones. En países emergentes, que no pueden fi nanciar el gasto público con la venta de bonos o con emisión, para hacer frente a los períodos de vacas fl acas sin tener que contraer el gasto (y pudiendo aumentarlo), es bueno que el Estado haya ahorrado en los períodos de vacas gordas. Muy pocos lo han hecho.
Cuarto, los países emergentes que recibieron fuertes entradas de capital durante la bonanza de años recientes (India o Brasil) están empezando a pagar la cuenta en la forma de fugas de capital que han hecho caer las bolsas y tambalear sus monedas. La recesión será más intensa en los países que tuvieron los más amplios défi cits de cuenta corriente financiados con entradas de corto plazo. Los mejor posicionados son aquellos que experimentaron entradas más modestas o pudieron mantener una posición más cómoda de cuenta corriente. La lección: para los países emergentes, es indispensable volver examinar el dogma de la planea liberalización de la cuenta fi nanciera de la balanza de pagos. Quinto, el daño colateral de la crisis ha sido enorme.
Muchos países emergentes bien manejados en lo macroeconómico están pasando por momentos difíciles, por el contagio del mundo fi nanciero internacional. Todas las primas de riesgo soberano han aumentado y se está haciendo muydifícil encontrar fi nanciamiento externo. Para minimizar el daño, el Fondo Monetario Internacional debe ser reformado para que cumpla su función de proveer liquidez internacional a los países afectados por contagio fi nanciero. Ello implica aumentar sus recursos, terminar con el veto de Estados Unidos sobre sus decisiones principales y aumentar el peso en las decisiones del Fondo de los usuarios de sus recursos.
Si logramos aprender estas lecciones, algunas nuevas y otras viejas y desaprendidas, la crisis no habrá sido en vano.
Manuel Agosin
Manuel Agosin es Profesor Titular del Departamento de Economía de la Universidad de Chile. Fue Decano de la Facultad de Economía y Negocios en el período julio 2010 a julio 2018.
Agosin es especialista en Economía Internacional, Macroeconomía y Desarrollo Económico. Es Consultor del Banco Interamericano de Desarrollo. Entre 2001 y comienzos de 2006 se desempeñó como Economista Jefe... Ver Más
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