Columnas de Opinión
La Comisión asesora de salario mínimo no pudo consensuar una propuesta única en este tema, fundamentalmente porque cualquier propuesta, sobre todo de esta naturaleza, contiene no sólo componentes técnicos si no valóricos. Sin embargo, el informe contiene acuerdos -sobre todo de carácter técnico - que ameritan destacarse:
Primero, se reconoció que el actual salario mínimo, $ 165.000 brutos al mes, incluso el propuesto por la CUT, 10% mayor al actual, es insuficiente para que una familia de cuatro personas se ubique sobre la línea de la pobreza. El monto consensuado fue de $ 260.000 brutos al mes, si sólo trabajara un miembro de la familia.
Segundo, concluyó que, si bien subir el salario mínimo ayuda a reducir la brecha entre el ingreso del trabajador y ese mínimo necesario, desafortunadamente lo hace a expensas de un menor ritmo de contratación.
Tercero, se acordó que se podía evitar tal disyuntiva -entre la meta de empleo y la de reducir la pobreza-, por medio de un subsidio fiscal que llevara el ingreso del jefe/a de hogar al nivel considerado digno, pero manteniendo el costo laboral a la empresa. Tal propuesta fue elaborada por la Comisión de Equidad y que la Comisión de Salario Mínimo reiteró como deseable a largo plazo. De esta forma, efectivamente, se elude la disyuntiva planteada, pero a un costo fiscal importante. Sin embargo, y mientras no se introduzca tal subsidio, el instrumento para elevar los salarios será el utilizado hasta ahora con su imperfección de hacerlo a expensas del empleo.
La Comisión ejemplificó la disyuntiva entre mayor salario mínimo y menor empleo considerando tres escenarios. El primero, maximiza el empleo, pero sin reajustar el salario mínimo real. Supone crecimiento del PIB de 5,5% en los próximos 12 meses, y una elasticidad empleo producto de 0,7. Una aproximación a las múltiples estimaciones realizadas al respecto significaría que si no se elevara el mínimo, los empleos en torno al mínimo aumentarían en aproximadamente 3,9%.
Un segundo escenario tiene como objetivo que en 2020, año que el actual gobierno proyecta que Chile alcanzará los niveles de vida de Europa, el mínimo alcance superar la línea de pobreza, es decir, tener un ingreso bruto de $ 260.000 de hoy. Ello implicaría un crecimiento real del salario mínimo de 4,3% anual en los próximos 10 años. Supuesto una elasticidad empleo salario de -0,35, aproximación a las estimaciones existentes, un aumento del mínimo en 4,3% real implicaría que el empleo de las personas afectas por el mínimo crecería no en 3,9% si no en 2,4%. Como la meta del gobierno es aumentar en 200.000 los puestos de trabajo al año, se requiere un crecimiento del empleo de 2,9%, por lo que este segundo escenario consigue la meta del gobierno de reducir la pobreza, pero a expensas de su meta de empleo.
Por consiguiente, se examinó un tercer escenario, donde el empleo de los afectados por el mínimo creciera a un ritmo compatible con los 200.000 empleos al año, es decir, en 2,9%. En ese caso el salario mínimo podría subir del orden de 3% por encima de la inflación. Hasta aquí lo técnico.
¿Cuál de estos tres escenarios es el mejor? Ya no es asunto técnico sino valórico, pues depende de la ponderación relativa que damos al empleo, a cerrar la brecha de pobreza y a cuánta importancia le queremos dar a la masa salarial de los afectados. La mayoría consideró que en las circunstancias actuales se debería privilegiar, por sobre todo, el empleo aún a expensas de mantener el mínimo real y a costa de reducir la masa salarial de los afectados. La minoría, entre los que me honro estar, consideró que con la expansión económica actual se puede combinar una meta sólida de empleo con la reducción de la brecha entre el mínimo y la línea de pobreza, así como de mantener o aumentar la masa salarial de los afectados.
Y sólo a título personal, subrayo que según el escenario tres, se puede cumplir con la meta de 200.000 empleos anuales a la vez que elevar el mínimo del orden de 3% por encima de la inflación, combinando mejor las dos grandes metas del gobierno: aumentar el empleo en forma importante y cerrar la brecha entre el mínimo y la línea de pobreza para 2020. No sólo concuerda con mi juicio de valor si no, a mi manera de entender, coincide con los propios valores que el gobierno ha anunciado como metas.
Joseph Ramos
Profesor Titular del Departamento de Economía de la Universidad de Chile. Sus áreas de investigación incluyen políticas de empleo y de remuneraciones, política macroeconómica, políticas tecnológicas y de desarrollo productivo. Llegó a Chile como Profesor Visitante de la Fundación Ford en la Universidad de Chile. Luego trabajó 10 años como economista senior en el programa de Empleo para América... Ver Más
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