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11 Abril, 2011

El Gran Nodo / Revista Qué Pasa

Mirando la historia de mi partido, el PS, se ve que ha sido, desde 1918, parte de las siguientes coaliciones electorales: Convención Revolucionaria, Movimiento Revolucionario, Movimiento de Izquierda, Pacto Socialista-Republicano, Confederación Republicana

Mirando la historia de mi partido, el PS, se ve que ha sido, desde 1918, parte de las siguientes coaliciones electorales: Convención Revolucionaria, Movimiento Revolucionario, Movimiento de Izquierda, Pacto Socialista-Republicano, Confederación Republicana de Acción Cívica (CRAC... gran nombre), Frente Popular, Alianza Democrática, Falange Radical Agrario Socialista, Frente Nacional del Pueblo, Frente de Acción Popular, Unidad Popular, y... la Concertación. El PS corrió solo apenas en una ocasión en toda su historia.

Chile no tiene partidos como los gringos. Los nuestros son más especializados y pequeños. Algunos son depósitos de profundas identidades sociales y culturales. Por ende, son naturalmente partidos de coalición. Tienen mucho carácter, pero poco espectro. Nuestros partidos son como los cafés parisienses; los partidos gringos son más parecidos a franquicias, con menos sabor, pero más cobertura. Los políticos que producen las franquicias parecen hamburguesas: contundentes pero predecibles, llenadores pero hostigosos; los políticos que producen los partidos café son como croissant: sabrosos y variados pero algo propensos a desmoronarse. En fin.

Quizás es mejor el otro tipo, no lo sé. Pero mientras no lo tengamos, los problemas institucionales de las coaliciones y partidos serán centrales para la centro-izquierda chilena. Discutir esto debiera ser tema principal en el XXIX Congreso del PS. Esta columna resume los argumentos centrales de un documento titulado "El Nodo", escrito por encargo del presidente del PS, Osvaldo Andrade, que se puede descargar de www.elquintopoder.cl.

 

Yo vengo de San Rosendo, a vivir a la ciudad…

Nuestro país siempre fue pequeño, homogéneo, aislado y lejano: una deliciosa y reconfortante provincia en la que uno reconocía sus olores y ritmos. En una provincia aislada uno no puede ser muy raro, porque se queda solo. Para pertenecer uno se adapta. Si uno innova, se aísla. Este provincianismo antiguo de Chile engendraba convencionalismo y conservadurismo, los dos enemigos de la innovación.

Conste que hablamos de innovación en un sentido mucho más amplio del usual (en negocios). Hablamos de innovación científica y artística, de moda y hábitos de vida, de barrio y ciudad, religión, sexualidad, ciudadanía, familia y trabajo. Lo que sabemos de las innovaciones es que florecen en una ecología, es decir, se producen juntas, se nutren, polinizan, inspiran, combinan.

El convencionalismo y el conservadurismo son intrínsecamente aburridos, por cierto, pero además son nocivos para el desarrollo. La globalización ha hecho posible para Chile salir de ese provincianismo. Esta posibilidad esta ahí, pero le falta todavía.

 

La cola larga y la espina amarga

Un efecto conocido de la globalización económica es que induce la especialización en ventajas comparativas. Del mismo modo la globalización cultural, generada por la revolución de las TIC, también fue imaginada, ex ante, como una fuerza homogeneizadora.

Sin embargo, en la era de las TIC, hay otra posibilidad: recursos y capacidades sin escala local pueden, gracias a la mayor conectividad, integrarse a cadenas productivas globales y mercados antes inaccesibles. Las comunicaciones posibilitan además la coordinación y conexión de personas con ideas, nociones y opiniones similares en el mundo: la famosa cola larga.

Esto significa que la globalización tiene fuerzas homogeneizantes y heterogeneizantes sobre la economía y la sociedad. Seguramente en algunos países han primado unas y en otros, otras. Nuestra intuición es que en Chile han tendido a primar, por el momento, las fuerzas homogeneizantes en lo productivo y las fuerzas heterogeneizantes en lo social, cultural y político.

Pero además el proceso de inserción en la economía global de los chilenos ha sido desigual. Al partir todo esto Chile ya era uno de los países más desiguales del mundo y tendencias en esta dirección siguen presentes. ¿Qué implica esto? Primero, que nuestro modelo de desarrollo tiene una deuda ética con la justicia social. Segundo, que existe un límite a nuestra capacidad de desarrollo. Personas con buenas ideas o talento para aprender, pero sin status social no recibirán financiamiento para desarrollarse.

Unos podrán aprovechar la globalización, otros serán sus víctimas. Habrá topes a la innovación y límites al desarrollo, pero además la perpetuación de esa amarga espina de injusticia que estamos aburridos de padecer.

La globalización económica y cultural ha sido, como casi todo en Chile, desigual. Por ser desigual, es incompleta. Y por ser incompleta y desigual, es políticamente precaria.

 

Dar lo que tengo, todo me da…

Imaginemos el tipo de sociedad que tendríamos si la próxima fase de gobiernos de centroizquierda fuese exitosa: una sociedad plenamente globalizada, pero equitativa en su integración; heterogénea en lo cultural, religioso, político, étnico y social; diversificada en lo productivo; e igualitaria en ingresos. Esa sociedad se parecería poco a esa dulce provincia perdida de antes.

En ese futuro la política de la centroizquierda no será simplemente una federación de partidos. Lo sabemos todos. La variedad de formas de asociación política será muy superior, las fronteras de militancia más blandas, los procesos de decisión más deliberativos y la selección de candidatos más abierta. Habrá militancia temática y también ideológica, cibermilitancia y militancia presencial, formación política y también independencia.

En ese futuro la coalición será más parecida a un nodo de la red. Una red que incluirá en otros nodos el activismo social cristiano, liberal, socialista, gay, juvenil, ambiental, local, sindical, étnico, femenino, regional…, etc. Un nodo cuyo objetivo central sea ganar elecciones e implementar políticas, por cierto. Pero en que estas diferentes perspectivas discrepan, negocian, acuerdan y se coordinan.

Una cosa importante es que será un nodo solamente y no la red misma. Un nodo muy relevante de cuyos resultados depende mucho, pero que sigue siendo un nodo más, que se presenta en la red como ocurre para los nodos de internet (los sitios): todos son, de algún modo, iguales. Algunos tienen más o menos visitantes, contenido, tráfico y recursos; pero todos son iguales, en que se les accede tecleando su dirección; y ninguno, por importante que sea, sirve sin los demás (e. g. Google). Esto último es crucial porque no queremos que se reproduzcan las dinámicas de dominación, arrogancia y exclusión que vemos en la política de hoy.

Una forma de transformarse en un nodo como éste es cambiando la lógica del activismo político desde el recibir al dar. Por ejemplo, convirtiendo lo que va quedando de la Concertación y sus partidos en un centro de recursos políticos y ciudadanos (un hub). Hoy en día la Concertación es poco más que unas esporádicas reuniones de dirigentes y parlamentarios. Es tan superficial su estructura que ni siquiera se tiene un sitio web.

Propongo que la Concertación flote un sitio de recursos políticos y ciudadanos cuyo objetivo sea proveer recursos humanos, tiempo voluntario, experiencia política, asesoría técnica y capacidades organizacionales a movimientos ciudadanos variados que estén tratando de articular una acción política progresista. El sitio debiera operar como un banco de horas en que adherentes y militantes ofrezcan su tiempo, su experiencia y su conocimiento a causas en gestación que necesitan ayuda. Tenemos toneladas de personas con experiencia en elecciones, articulación social, medios, organización, administración, asesoría de contenidos y muchas otras cosas. Tenemos además huestes de ciudadanos progresistas ávidos de ayudar en causas nobles. Esa gente quiere ser convocada a acciones concretas y a reflexiones con efectos, no a catarsis, ni lloriqueos, ni maquinaciones. Usemos ese recurso, pongámoslo a disposición de la sociedad chilena. Seamos un nodo.

Si uno lo piensa un poco se da cuenta de que esto va a ocurrir igual, de que algo así va a surgir inevitablemente. A ese mundo vamos, no hay caso. La pregunta es si lo vamos a asumir o padecer, acoger o resistir, si lo vamos a crear o solamente acatar. La pregunta es si nos vamos a sentar a esperar o si lo hacemos ahora… ya.