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16 Enero, 2008

J. Ramos: UN OFICIO PARA TODO CHILENO

(El Mercurio, (14/01/08) Que un tercio de los chilenos ganen menos de $250

(El Mercurio, (14/01/08) Que un tercio de los chilenos ganen menos de $250.000 al mes por una jornada completa se debe fundamentalmente a que trabajan en ocupaciones de escasa productividad, y lo que es peor, no sólo trabajan hoy a baja productividad, si no que lo harán siempre, pues carecen de un oficio serio. Si tuvieran un buen oficio conseguirían trabajos de buena productividad e ingreso. En consecuencia, garantizar un oficio serio a cada chileno que ingresa al mercado laboral sería una manera eficaz de terminar con la pobreza de raíz, así como de asegurar un ingreso digno a la gran masa de la población.


Actualmente cerca de la mitad de los jóvenes que salen de la enseñanza media ingresan a alguna forma de educación superior. Los demás, incluyendo los desertores, alrededor de 150.000 al año, entran al mercado laboral sin un oficio o, a lo sumo, con los inicios de un oficio que puede ofrecer la enseñanza técnica media. Pero en la gran mayoría de los casos sin un oficio serio. De hecho, las carreras de “técnico superior” normalmente requieren 2 años de enseñanza – al menos en los centros de formación técnica de calidad, como INACAP, DUOC o INFOCAP. El costo de ofrecer programas de formación técnica de este calibre es de alrededor de $ 2.200.000 (US$ 4.400) por los 2 años. Luce caro, pero no lo es si se compara con el costo de una educación universitaria (del orden de $1.500.000 al año); ni tampoco lo es si se compara con los beneficios de tener tal oficio serio: el poder conseguir un trabajo de ingreso medio – del orden de $400-500.000 al mes, comparado con los trabajos por la mitad de esta cifra para los que no tienen tales estudios. En efecto, el adquirir un oficio serio significa elevar los ingresos de un trabajador en alrededor de $200.000 al mes durante toda su vida laboral. Ello equivale a una rentabilidad de ¡más de 35% al año! para la inversión en esta forma de capacitación, incluyendo como costo el ingreso que no recibe mientras estudia y no trabaja durante 2 años.


Propongo, pues, que el Estado le garantice la posibilidad de estudiar un oficio serio a todo joven que no ingrese al sistema de educación superior. Y como la capacitación le va a ser muy rentable, sugiero que se le ofrezca un crédito, pero con un subsidio vinculado a su esfuerzo. En efecto, se propone que se condone el 90% de la deuda al tercio más alto de cada curso de graduación; un 50% de condonación al tercio intermedio; y un 25% de condonación al tercio más bajo de graduación, pero que sí logra graduarse. Ello resulta en una condonación media de alrededor de la mitad de la deuda, por lo que el costo total en régimen para el fisco es de US$ 4.400 por joven para 150.000 jóvenes por 50% de condonación, o sea, US$ 330 millones al año. Este es un costo relativamente bajo para una medida que al eliminar los trabajos más mal pagados terminaría con la pobreza de raíz y mejoraría la distribución del ingreso.


Adicionalmente, para que no se estudie cualquier cosa, se pueden limitar los créditos para la capacitación a los oficios considerados prioritarios por el Consejo de Innovación para la Competitividad, es decir, esos en actividades que potencien los “clusters” en torno a nuestros recursos naturales, agregándoles mayor valor por medio de más procesamiento o proveyéndolas de insumos, tecnología y equipos. Un efecto indirecto adicional es que de esta manera muchos jóvenes que actualmente postulan a la universidad, pero que después abandonan, puedan ser atraídos a estudiar un oficio técnico de buen nivel que le brindará una mejor remuneración que una carrera universitaria mediocre o incompleta.


Dudo que haya medida más potente o esperanzadora para la gran cantidad de jóvenes chilenos cuya escasa preparación hace que su destino dependa actualmente no de su propio esfuerzo y estudio si no de la generosidad fiscal a su favor.