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27 Mayo, 2008

JM Benavente: INMIGRANTES SELECCIONADOS

(Diario Financiero, 27/05/08) Lo siento, pero dado que todavía es Mayo, obligatoriamente la contingencia política aún está marcada por el discurso presidencial

(Diario Financiero, 27/05/08) Lo siento, pero dado que todavía es Mayo, obligatoriamente la contingencia política aún está marcada por el discurso presidencial. Y no seré la excepción. Entre las propuestas sugeridas hay una que me llamó poderosamente la atención por su alcance e implicancias; aquella relacionada con  la creación de incentivos para que al menos cien científicos extranjeros se establezcan en nuestro país, particularmente en universidades regionales.

En primer lugar, este tipo de medidas reafirma el cambio notable que se ha observado en la política económica chilena donde los criterios de selectividad han ido recobrando un espacio creciente en los mecanismos de asignación de los recursos públicos. Ya que no se puede hacer de todo y donde existe evidencia irrefutable de que el país tiene grandes deficiencias, por ejemplo en capital humano calificado específico, el potenciar sectores (clusters), regiones, y/o personas, lo más informada e insesgada posible, constituye una de las características políticas públicas modernas, tal como lo evidencian países a los cuales aspiramos algún día llegar a parecernos. La propuesta en cuestión da cuenta entonces, de una selectividad por tipo de capital humano como también por ámbito geográfico. Y a nadie le pareció “marciana” la sugerencia pues parece obvia y evidente su justificación. 

Cabe señalar, sin embargo, que la inmigración selectiva no es nueva en Chile. Ya desde Vicente Pérez Rosales, se han establecido mecanismos orientados a atraer gente extranjera con fines diversos. Incluso las culturas asentadas en el oasis de San Pedro de Atacama, hace mas de 2000 años tenían clara la película respectos a los potenciales beneficios de atraer a buena gente desde otras latitudes.

La diferencia que marca en menor o mayor medida el éxito de estas propuestas tiene que ver con los grados de encadenamientos o externalidades positivas que dicha inmigración acarrea. Forzar dicha impactos positivos a través del diseño de los incentivos puede hacer toda la diferencia. Los requisitos sobre la orientación académica y la localización geográfica pueden ser pertinentes aunque no son los únicos. Revisar dichos criterios es relevante si se desea evitar los problemas asociados a la generación de economías de enclave tal como ocurrió con los colones en algún momento de nuestra historia.

Revisar los casos exitosos en inmigración selectiva llevados adelante en Estados Unidos, Holanda y Reino Unido – donde hasta el deporte constituye un criterio relevante, y tratar de no cometer los errores que hasta hoy se lamentan países como Alemania y Francia, puede servir de experiencia provechosa para potenciar uno de los mejores canales para cerrar las enormes brechas de capital humano que aún tenemos. 

Ello no significa que se deba sustituir capacidades locales por extranjeras, ni siquiera en una mirada de largo plazo, sino mas bien ser preactivos y aprovechar las grandes oportunidades que ofrece nuestro país para incentivar la llegada no sólo de académicos, sino también de otros profesiones para las cuales tenemos déficit incuestionables y buscar su complementariedad local. Pero no olvidando que el diseño de estos mecanismos debe potenciar la generación de círculos virtuosos, como la mirada regional, idiomática, incluso de país de origen de modo de aprovechar las oportunidades que ofrece un país serio, responsable, estable y seguro. Al menos eso dicen de nosotros afuera.