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14 Septiembre, 2010

¿Qué pasó con la rigidez laboral? / Diario La Tercera

El descenso del desempleo es un claro desmentido a juicios muy negativos que se han emitido respecto de nuestro mercado de trabajo. La economía chilena ha estado repuntando con fuerza. La confianza y las expectativas están en alza. Las ventas del comercio están en las nubes y la actividad económica crece a una tasa anualizada sobre 6,5%. A consecuencia, el desempleo ha caído tres puntos y el empleo crece a una inusual tasa de casi 10% anual.

El descenso del desempleo es un claro desmentido a juicios muy negativos que se han emitido respecto de nuestro mercado de trabajo.
La economía chilena ha estado repuntando con fuerza. La confianza y las expectativas están en alza. Las ventas del comercio están en las nubes y la actividad económica crece a una tasa anualizada sobre 6,5%. A consecuencia, el desempleo ha caído tres puntos y el empleo crece a una inusual tasa de casi 10% anual.

Nuestra legislación laboral y nuestro mercado laboral son los mismos de siempre. Entonces, ¿qué pasó con las rigideces laborales que, según tantos, explicaban por qué tomó tanto tiempo volver a tasas de desempleo de 7% después de la crisis asiática y, por qué, por consiguiente, de no mediar una reforma laboral, costaría mucho generar un fuerte crecimiento en el empleo? Concretamente, se aducía que la reforma laboral de Lagos, junto al sistema de indemnizaciones de siempre, hacían que el mercado laboral chileno fuera anormalmente rígido. De ahí que si se quería acelerar la creación de empleo, se tendría que "modernizar" la legislación laboral hacia una "flexi-seguridad", que protegiera los ingresos, pero no el puesto de trabajo en sí.

Es cierto que debido a cambios en la encuesta de empleo del INE, comparaciones con 12 meses atrás son cuestionables. Pero la fuerza de la mejoría es notable aun si nos remitimos a los últimos tres meses, en que se han creado 130.000 nuevos empleos, con un descenso de tres puntos porcentuales en el desempleo en los últimos 12 meses.

Esto es un claro desmentido de estos juicios tan negativos respecto de nuestro mercado de trabajo. Más bien avalan a los que sostenían que el lento crecimiento del empleo poscrisis asiática se debió fundamentalmente a sucesivas incertidumbres macroeconómicas provenientes, entre otras cosas, de los costos de frenar nuestro elevado déficit en cuenta corriente, de la recesión norteamericana de 2000 y del ataque a las Torres Gemelas en 2001. En efecto, la dinámica del empleo obedece al fuerte crecimiento de la producción, originado en una mayor confianza y expectativas en esta fase positiva del ciclo económico. Y, ciertamente, no se debe a ningún cambio en legislación o política, pues no ha habido ninguno de importancia en este primer semestre de gobierno.

Ello no implica que no haya rigideces en nuestro mercado laboral que convendría corregir, pero es importante recordar que la estabilidad laboral también es un valor, no sólo la eficiencia. Ambos valores debieran ser objetivos de la legislación. Por cierto, se puede exagerar la preferencia por estabilidad y sacrificar demasiado la eficiencia, cosa que alegaban los detractores de la actual legislación laboral, en particular en su crítica al sistema de indemnizaciones. Si bien reconozco que el actual sistema de indemnizaciones es imperfecto y subsanable, siempre he discrepado con los que consideran que ella fuera la explicación principal del lento crecimiento en el empleo.

Lo acelerado del repunte actual en el empleo muestra que ha sido exagerada la crítica a nuestra legislación laboral, así como inflados los efectos positivos que se alegaban que pudiera suscitar su reforma, la cual no debería hacerse bajo la presión de juicios exagerados como los anteriores, si no con análisis desapasionados, buscando un equilibrio adecuado entre los objetivos de estabilidad y eficiencia.