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22 Enero, 2008

R. Bergoeing: ALTERNANCIA EN EL PODER ECONÓMICO

(La Tercera, 20/01/08) La transformación de la economía chilena ocurrida durante las últimas décadas se manifiesta en al menos tres hitos agregados: la apertura comercial, la estabilidad monetaria y el equilibrio fiscal

(La Tercera, 20/01/08) La transformación de la economía chilena ocurrida durante las últimas décadas se manifiesta en al menos tres hitos agregados: la apertura comercial, la estabilidad monetaria y el equilibrio fiscal. Son estas mismas políticas las que configuran la principal contribución de la Concertación al desarrollo reciente de nuestro país. Profundizando la apertura unilateral con acuerdos comerciales, implementando de facto la autonomía del Banco Central y expresando en una regla explícita el balance fiscal alcanzado desde mediados de los años 70, la Concertación no sólo mantuvo estos avances, sino que, probablemente de más relevancia, los validó socialmente. El resultado ha sido más crecimiento y menos pobreza y la seguridad que la columna vertebral de nuestro modelo se mantendrá.


Lo bueno: basta con lo hecho para pasar de curso cada año – Chile es capaz de crecer al menos 4% -. Lo malo: hace rato que Chile pasa raspando. Después de crecer anualmente al 6,5% durante los 90, incluida la crisis asiática, lo hemos hecho al 4,3% desde 2000. El impulso inicial y la consolidación del modelo financiaron la primera década. La pasividad en materia de nuevas reformas explica la segunda y sugiere lo que viene. El costo será alcanzar el desarrollo tres décadas más tarde.


Los dos años que le restan al gobierno no nos sorprenderán. Primero porque estarán dominados por el ciclo eleccionario, con las municipales en octubre y las presidenciales en diciembre de 2009. Segundo, porque la macroeconomía está de vuelta. El primer IPoM de este año presentado el miércoles por el Banco Central planteó un escenario complicado: menos crecimiento y más inflación. La discusión macro lamentablemente impedirá centrar el análisis en lo esencial: las reformas que faltan. De hecho, el reciente reemplazo de varios ministros considerados tecnócratas por otros más experimentados en el ámbito político sugiere que durante este segundo tiempo la discusión económica irá por un camino tradicional.


Pero es por razones de largo plazo que sin alternancia en el poder económico muestra actual pasividad no se revitalizará. Las reformas pendientes son impopulares, pues exigen eliminar los privilegios de muchos grupos de poder que, a través de distorsionar nuestra microeconomía, reducen nuestra eficiencia agregada. La eliminación de estas distorsiones requiere apoyo político. La inusual mayoría en ambas cámaras con que se inició el gobierno sugería que ese apoyo estaba. Pero partieron los díscolos, siguieron los descolgados y finalmente se fueron los colorines.


Estas reformas también exigen audacia, algo improbable en el contexto de una coalición desgastada. Lamentablemente, las autoridades políticas han perdido progresivamente su capacidad para impulsar y legislar las reformas económicas restantes.  En diciembre de 2007, por ejemplo, continuaban en el Congreso cinco proyectos relacionados con los planes Chile Invierte y Chile Compite; más de 60 proyectos adicionales en el área económica, algunos de los cuales cumplirán cinco años en trámite; y casi 80 proyectos tributarios.


El gobierno de Patricio Aylwin aprovechó el conocimiento y la mística de un grupo de destacados economistas que durante largo tiempo se preparó para contribuir al desarrollo de nuestro país. Dos décadas después el grupo equivalente está en el bando opuesto.