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11 Diciembre, 2007

R. Bergoeing: EL NUEVO CONSEJO DEL BANCO CENTRAL

(La Tercera, 07/12/07) No me gusta lo que está sucediendo con nuestro Banco Central

(La Tercera, 07/12/07) No me gusta lo que está sucediendo con nuestro Banco Central. No por la nominación de José De Gregorio como su presidente. De Gregorio es, por formación y trayectoria, uno de los economistas chilenos más indicados para asumir este desafío. No me gusta,  porque, a pesar de sus méritos, es probable que el mundo político no lo hubiese aceptado  como consejero si no integrase el Partido Demócrata Cristiano. Lo mismo ha ocurrido con la mayoría de los actuales y anteriores consejeros: economistas de excelencia, pero nominados sólo cuando concitaron un apoyo partidista explícito. Una excepción fue Vittorio Corbo, nombrado por el ex presidente Lagos para, aprovechando su prestigio y reconocimiento transversal, evitar la crisis de credibilidad que el escándalo Inverlink amenazaba con provocar. Porque si no es por el email de la secretaria de Massad, la misma razón que lo llevó al Central –  su combinación de prestigio e independencia partidista - lo habría excluido de esa responsabilidad.


La experiencia internacional es abundante en gobiernos, especialmente en países en desarrollo como el nuestro, que abusaron de la política monetaria para alcanzar objetivos económicos de corto plazo. El resultado ha sido siempre trágico: inflación, inestabilidad macro, menor crecimiento y mayor pobreza. La autonomía del Banco Central de la autoridad política de turno es, por lo tanto, el pilar fundamental de la institucionalidad macroeconómica y financiera de nuestro país. Por ello, el énfasis partidista que ha adoptado el proceso de nominación de consejeros durante los últimos años debería preocuparnos. Afortunadamente Chile tiene un grupo abundante de buenos economistas, lo que ha permitido encontrar candidatos capaces y, a la vez, confiables para los partidos políticos. Pero si el espíritu que define la autonomía del Banco Central es crecientemente despreciado, las bases de su solidez institucional se debilitan. No vaya a ser cosa que en el futuro la sapiencia que hasta la fecha han mostrado las autoridades para nominar a los consejeros se desvanezca y desperdiciemos la reputación de la institución económica más respetada de nuestro país y la estabilidad macro que gracias a ella hemos alcanzado. O peor aún, que economistas preparados para asumir este desafío se rehúsen a ello para no enfrentarse a las disputas políticas que rodean sus nominaciones, como parece haber ocurrido en esta ocasión.


Desde esta perspectiva, una recomendación útil para en el futuro seguir contando con la mejor gente en el instituto emisor es definir una descripción precisa del cargo de consejero de manera de reducir el grado de discrecionalidad con que hoy cuenta el mundo político para elegir a los nominados. Las empresas privadas y públicas usualmente explicitan el grado académico, la experiencia profesional, la edad y otras características relevantes para cada cargo. El Banco Central podría hacer lo mismo.


Pero lo que más me preocupa es que esto ocurra cuando la política macro chilena enfrenta su momento más complicado en mucho tiempo: menor crecimiento con mayor inflación. Dos cifras conocidas esta semana ilustran. Primero, el IPC de noviembre creció 0,8% y en 12 meses alcanza a 7,4%, casi el doble del techo del rango meta del Banco Central, y se mantendrá sobre este techo durante un rato largo, amenazando con desanclar las expectativas del mercado. Segundo, el IMACEC se expandió en octubre 4,4%, el crecimiento este año terminará levemente por encima de 5% y las proyecciones para el próximo son a la baja. Con todo, sabemos que durante los próximos meses las presiones para que la autoridad monetaria no continúe el proceso de normalización de tasas al alza serán crecientes. Además, es previsible que continúen los llamados a ampliar los objetivos del instituto emisor, en contraposición con las metas que siguen los bancos centrales más exitosos del mundo. Impedir que estas presiones fructifiquen será el desafío principal del nuevo Consejo durante su primer año.