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10 Octubre, 2007

R. Bergoeing: PARA ENTENDER LA CRISIS SUBPRIME

(La Tercera 05/10/07) La economía mundial tendrá su lustro de mayor crecimiento en 4 décadas si la proyección del Fondo Monetario Internacional para 2008 resulta efectiva

(La Tercera 05/10/07) La economía mundial tendrá su lustro de mayor crecimiento en 4 décadas si la proyección del Fondo Monetario Internacional para 2008 resulta efectiva. Pero el temor a un deterioro abrupto en las condiciones financieras internacionales mantiene en vela a los inversionistas. ¿Por qué esta esquizofrenia económica?  Por culpa de las hipotecas subprime, dicen los expertos.  

Las hipotecas subprime son créditos a deudores de baja solvencia que generalmente se endeudan en el 100% del valor de la propiedad y con tasas de interés variables, al menos 50% superiores a las que pagan los clientes menos riesgosos. El desarrollo de nuevos y exóticos instrumentos financieros permitió la masificación de estos préstamos – que hoy alcanzan a 15% del total de los créditos hipotecarios-, pero también dificultó la medición de riesgo. Con las tasas en el piso y el precio de las viviendas subiendo 10% por año, sin embargo, la preocupación por la baja “calidad” de los deudores no fue prioritaria. Ahora que se gestó la crisis, sí lo es.  

Antiguamente, el crédito se constituía por un único instrumento en manos de un único inversionista; hoy, en cambio, el prestamista original entrega el crédito hipotecario a otros inversionistas que lo empaquetan en instrumentos nuevos – securitización – los que lo ponen a disposición de bancos de inversión y administradoras de fondos, entre otros. Originalmente, las instituciones financieras tenían un límite para el monto de créditos que podían otorgar a clientes con baja solvencia, pero a través de la securitización de estas hipotecas, éstas han sido retiradas del pasivo de los balances de las entidades concesionarias y transferidas a otros inversionistas.  El riesgo, la propiedad y el monto de los instrumentos involucrados se diluye, y también se disgrega, dificultando su seguimiento. Hoy nadie sabe quién tiene qué. Así, señales negativas pueden detonar una crisis de pánico y causar un ajuste sustancial en el precio de los activos financieros internacionales. Precisamente eso ocurrió. Las mayores tasas de interés y algunos indicios de enfriamiento en el mercado de viviendas norteamericano gatillaron los temores. Muchos quisieron desprenderse de sus papeles, deteriorando su precio y alimentando aun más la huida. Las transacciones financieras se paralizaron, las bolsas se desplomaron y los leverages – nivel de acceso a deuda – se redujeron, contagiando a la economía real. Con todo, las compañías hipotecarias han debido aumentar sus provisiones y varias decenas de ellas han anunciado su quiebra. Recientemente, por ejemplo, la hipotecaria londinense Northern Rock enfrentó largas colas de clientes intentando retirar sus depósitos: una corrida bancaria a la antigua. Al final, han pagado justos por pecadores. 

El mensaje es: la confianza es clave en el mercado financiero. Para defenderla, los bancos centrales han inyectado liquidez reduciendo el precio de referencia del dinero. A fines de los 80 y de los 90, Greenspan lo hizo con éxito; pronto sabremos si la misma jugada por parte del actual presidente de la Fed, Ben Bernanke, – al reducir la tasa rectora 50 puntos base el mes pasado - también lo logra.  

¿Cuáles son los efectos esperados? Un estudio reciente del The Economist estimó dos escenarios principales: uno en el que los bancos centrales contienen la crisis (60% de probabilidad) y otro más pesimista, en el que Estados unidos inicia una recesión que contagia a la economía mundial (30% de probabilidad). El 10% restante supone una crisis financiera profunda. En general, existe optimismo porque incluso en el escenario de una recesión en Estados Unidos, el crecimiento mundial bajaría desde 4,8 a 3,7% durante 2008, todavía sobre la expansión promedio histórica. El principal cambio, en este contexto, ocurriría con el precio del dinero: la tasa de política monetaria en Norteamérica bajaría hasta 3,75%. La decisión reciente de reducirla 50 puntos bases y la insinuación de nuevas bajas durante este año, sugieren que este escenario pesimista está en la mente de la Fed.  

Hasta el momento los bancos centrales han calmado a los mercados, pero es peligroso esperar demasiado de la autoridad monetaria. Pues aunque su intervención ayude hoy, una mala señal fue dada: en el futuro no importará tanto el riesgo pues el banco central lo asumirá en parte.  

Así, para que esto no vuelva a ocurrir, algunos exigen limitar el desarrollo de nuevos instrumentos financieros. Pero las hipotecas subprime son tan responsables de la crisis financiera como el sillón de don Otto lo fue de de su crisis matrimonial. El problema no es la existencia de hipotecas subprime sino que la falta de supervisión y evaluación de riesgos con que éstas fueron asignadas y luego securitizadas. 

El sistema financiero avanza con rapidez. Pero para que su profundización nos beneficie, la regulación debe avanzar también. Una regulación prudencial que surja desde la autoridad, pero también desde el sector privado, vía autorregulación. ¿Está Chile preparado? Los casi seis años que tomó aprobar la última reforma al mercado de capitales y la discusión con respecto a la conveniencia de implementar comités de ética en algunos sectores, sugieren que no lo está.