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5 Marzo, 2008

R. Ffrench-Davis: OPORTUNIDAD DE IMPULSAR EL DESARROLLO

(EyN,El Mercurio; 10/02/08) Chile puede mucho más ahora

(EyN,El Mercurio; 10/02/08) Chile puede mucho más ahora.
Son momentos decisivos para nuestro futuro. La toma de conciencia  de la profunda desigualdad  y la debilidad del crecimiento  económico de los años recientes,  contrastan con el favorable  contexto externo hasta 2007. En esta nueva edición de “Chile Entre el Neoliberalismo y el Crecimiento con Equidad”, la revisión de reformas y políticas desde 1973 ofrece caminos para enfrentar coyunturas favorables como las de 2004-07, negativas como las de 1999-2003, y las incertidumbres externas que se ciernen en  el 2008. Chile puede responder con fuerza y convicción, aprovechando las fortalezas de nuestra economía y finanzas.

El tercio de siglo transcurrido desde 1973 incluye varios sub-períodos, con énfasis muy distintos y resultados económicos y sociales notablemente diferentes. Todas estas situaciones se analizan a través del texto y se proponen políticas alternativas dirigidas a lograr crecimiento económico con una mejor distribución del ingreso y las oportunidades.

La primera etapa del proceso de reformas (1973-81) se caracterizó por la aplicación de un modelo neoliberal en su forma más pura e ideológica. La segunda etapa (1982-89) se caracterizó por un enfoque definidamente más pragmático para superar los efectos de la crisis de 1982. En 1989 la economía se había recuperado, aunque con un fuerte deterioro distributivo. Durante esa recuperación el PIB creció vigorosamente, pero todo el sub-período promedió apenas 2,9% anual, dada la profundidad de la crisis de 1982. Los altibajos  macroeconómicos son  extremadamente costosos para el crecimiento y la  equidad.

En 1990, Chile enfrentaba el desafío de crecer  y hacerse cargo de una gran deuda social heredada. Así, comienza una tercera variante o tercer modelo. Se efectuó una rectificación del modelo de mercado, fortaleciendo el componente social y corrigiendo fallas graves de la política económica. Ello incluyó reformas tributarias (para elevar el gasto social), y cambios sustanciales en las políticas fiscales, monetarias, cambiarias y regulatorias –con un fuerte sentido contracíclico, en particular con el encaje sobre los ingresos de capitales golondrina– que apuntaron a conseguir un entorno macroeconómico estable y sostenible desde la perspectiva del desarrollo económico. En este contexto. Chile expandió su capacidad productiva, en forma sostenida en los noventa, a tasas sobre 7%, mejorando en paralelo los indicadores sociales; así se logró, en parte, el esquivo crecimiento con equidad. 

No obstante, posteriormente, Chile debilitó su enfoque macroeconómico contracíclico y así sufrió los efectos de la crisis asiática. Ello significó un grave estancamiento de la producción y del potencial de crecimiento durante 1999-2003, con una recuperación sólo parcial y titubeante en 2004-07.

En el mundo  incierto actual, Chile puede recuperar el  dinamismo  y la mística, aprovechando, por una parte, sus  fortalezas: un gigante fondo del cobre en moneda  extranjera (gravitante en momentos de incertidumbre financiera internacional) y la notable fortaleza de las cuentas fiscales. Por otra parte,  construir sobre la voluntad política de atacar la escandalosa desigualdad. Ella tiene su origen en  la economía: las brechas de ingresos y oportunidades entre trabajadores calificados y sin calificación; entre empresarios grandes y pequeños. Un programa nacional de corrección de esas desigualdades debe  comprender un vigoroso apoyo a las micro y pequeñas empresas,  un creciente  desarrollo de un sistema nacional de capacitación de trabajadores y pequeños empresarios, y una profunda corrección de los mercados de capitales para  dar acceso real a la micro y pequeña empresa al financiamiento para su expansión, modernización y nuevos emprendimientos. Y, evidentemente, una corrección de la política cambiaria. Cada una de estas piezas, de manera aislada,  no funciona, pero sí es una apuesta exitosa cuando se lanza de manera coherente y concertada con los distintos sectores de la sociedad. Chile puede hacerlo ahora.