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25 Octubre, 2010

¿Viene la temida doble recesión? / Revista América Economía

La crisis económica y financiera mundial está en su cuarto año. Los bancos centrales de EEUU y de la UE rebajaron las tasas de interés a casi cero y apoyaron la liquidez de sus mercados con medidas heterodoxas. Los tesoros y ministerios de finanzas lanzaron paquetes fiscales (particularmente en EEUU) y tomaron posiciones accionarias importantes en empresas en bancarrota. La economía real, desde el segundo semestre de 2009, parecía estar respondiendo bien a los estímulos. Sin embargo, la recuperación es menos sólida de lo anticipado.

La crisis económica y financiera mundial está en su cuarto año. Los bancos centrales de EEUU y de la UE rebajaron las tasas de interés a casi cero y apoyaron la liquidez de sus mercados con medidas heterodoxas. Los tesoros y ministerios de finanzas lanzaron paquetes fiscales (particularmente en EEUU) y tomaron posiciones accionarias importantes en empresas en bancarrota. La economía real, desde el segundo semestre de 2009, parecía estar respondiendo bien a los estímulos. Sin embargo, la recuperación es menos sólida de lo anticipado.

Este año la preocupación de los inversionistas se centró en la incapacidad del gobierno de Grecia para refinanciar su deuda pública a tasas de interés que no implicaran una cesación de pagos. Los bonistas comenzaron a temer que la insolvencia afectara a España, Portugal e Irlanda. Los países anunciaron recortes severos en el gasto público y aumentos en los impuestos. La manía por recortar el déficit fiscal llegó incluso hasta el Reino Unido.

La priorización en Europa de esta política en lugar de apoyar a economías que aún no dan muestras de una recuperación sólida y duradera, indica que las autoridades no comprenden que los déficit fiscales son el resultado de la crisis y de su secuela depresiva. Estando las economías europeas estrechamente entrelazadas, es difícil evitar un pronóstico sombrío: la contracción fiscal coordinada podría sumirlas en una nueva crisis, ahora económica y social y no sólo financiera. Las lecciones más elementales de Keynes parecen haber quedado en el olvido. Las autoridades europeas tendrán que reaprenderlas con sangre, sudor y lágrimas.
¿Y Estados Unidos? El impulso recuperativo se está perdiendo. Las cifras recién entregadas por el Departamento de Comercio ajustaron a la baja la tasa de crecimiento del PIB para el segundo trimestre de 2010 de 2,4% a 1,6% (tasas anualizadas).

Esta nueva desaceleración podría deberse los siguientes factores: 1.- el impulso al crecimiento proveniente de la recomposición de inventarios se está agotando 2.- el impacto del gran paquete fiscal de 2009 podría estar desvaneciéndose, aunque algunos gastos aún no se han efectuado. Además el Congreso parece no estar dispuesto a dar su aprobación a un nuevo paquete fiscal. Esto deja sólo a la Fed en la posición de combatir por sí sola una posible deflación con inyecciones de liquidez provenientes de compras de activos públicos e incluso privados.

Igual que en Europa, muchos se preocupan por elevado déficit fiscal (9 a 10 puntos del PIB) y por el crecimiento de la deuda pública, sin reparar que el aumento de la deuda se ha debido a factores que son producto de la crisis: el enorme aumento del déficit producto de la caída de los ingresos tributarios y el rescate de los bancos y de algunas empresas clave (General Motors, AIG, y Freddie Mac, entre otras).

Hoy, Estados Unidos enfrenta tres problemas: la incapacidad para crear empleo, que impide la recuperación del consumo; el mercado inmobiliario continúa deprimido; y los hogares están lejos de haber completado el desapalancamiento y la recomposición de sus menguados ahorros. El consumo no se recuperará por un buen tiempo. Este escenario y el escaso espacio de maniobra de las autoridades hacen temer que la deflación es más probable que la recuperación.

Todas las esperanzas están cifradas en Asia y en el desacoplamiento de las economías emergentes respecto a las pobres expectativas para los países desarrollados. China, India y otras economías asiáticas siguen creciendo apresuradamente. Esto ha dado un fuerte impulso a otras economías emergentes que exportan materias primas, incluyendo a varias en Latinoamérica.

Aquí caben tres reflexiones. 1.- Las economías de alto crecimiento, en particular China, son aún pequeñas en relación al tamaño de los países desarrollados. Por lo tanto, su dinamismo no puede suplir la falta del mismo en el mundo desarrollado. 2.- China está experimentando un peligroso boom inmobiliario que también podría explotar, con consecuencias muy adversas para la expansión de la demanda interna. 3.- a pesar de los esfuerzos de las autoridades para que el crecimiento sea menos dependiente de las exportaciones, éstas siguen siendo fundamentales. Una reanudación de la crisis en los países desarrollados no puede dejar de tener un fuerte impacto sobre el crecimiento chino.

La conclusión de todo esto es que la economía mundial tiene más probabilidades de volver a caer en la crisis de la cual aun no logra escapar que de un crecimiento sostenido. Si se llegara a pinchar la burbuja inmobiliaria china, este sombrío escenario sería casi una certeza.