Columnas de Opinión
Créditos para las pymes posterremoto / Diario El Mercurio
El gran desafío está en generar mecanismos de responsabilidad conjunta.
¿Cómo deberían reaccionar la banca privada y la autoridad ante el inminente aumento de la demanda por recursos financieros, en especial de aquellos pequeños empresarios que lo perdieron todo y desean resurgir como el ave Fénix? Asumiendo que los bancos no son entidades de beneficencia, cuando otorgan créditos se enfrentan, en general, a dos grandes problemas.
Primero, no tienen una clara idea sobre la viabilidad de la firma o es muy costoso averiguarlo y, segundo, no tienen cómo incentivar a los empresarios para que se esfuercen al máximo en sacar la empresa adelante, y con ello pagar el crédito. Es por esto que piden garantías o colaterales.
El problema surge cuando estas garantías no existen. Y muchas veces los terremotos son culpables de que las otrora valiosas garantías ya no lo sean tanto. O que simplemente ya no estén disponibles. ¿Qué hacer entonces?
Garantías y competencia
Partamos por la visión más individualista. En un contexto de aumento de la demanda por recursos financieros, si el análisis de crédito en los bancos es empresa por empresa, y se piensa que no reaccionan colocando recursos, pues gozan de un alto poder de negociación, promover mayor competencia en la banca es parte de la solución.
Pero eso no implica que el problema de las garantías se haya esfumado. Hay espacio entonces para la oferta de un mayor número de garantías públicas pero con asignación privada, tal como lo hace el Fogape. Pero, por mucho que estén las garantías públicas para colateralizar el crédito, si no hay flujos para pagar, pues no es fácil volver a producir después de tamaño desastre, no habrá crédito de todos modos. Pero si el banco cree que el sector tiene potencial, por ejemplo la construcción, o que la economía en general estará mejor, podría asumir parte del riesgo aunque de seguro penalizará la tasa. De nuevo, promover mayor competencia ayuda, pero ahora junto a las garantías públicas.
Cabe señalar también que la competencia puede promoverse revisando las leyes que están inhibiéndola. Por ejemplo, si la tasa de créditos incobrables sigue siendo baja, quizá convenga relajar las restricciones de fondeo, lo que potenciará el efecto de una mayor oferta de garantías públicas. La otra visión es más colectiva. Para el caso de aquellas empresas de menor tamaño que pertenecen todas al mismo sector, muchas veces geográficamente cercanas, hoy tienen todos los incentivos para actuar en forma conjunta.
Aunar sus demandas de recursos no sólo puede generar beneficios en términos de los costos de evaluación de los créditos, sino que, también, su poder de negociación puede verse mejorado.
El gran desafío está en generar los mecanismos de responsabilidad conjunta, en especial ante las instituciones de crédito. Ellas, por su parte, necesitarán readecuar sus procesos de evaluación como también aquellos mecanismos de incentivos a sus ejecutivos buscando un mayor nivel de bancarización. Así, promover una mayor competencia puede mejorar las condiciones de crédito para aquellas empresas damnificadas por el último terremoto.
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