Columnas de Opinión
Recoger el guante / Diario Financiero
Unos días atrás, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó su informe insignia que este año trató sobre la productividad. Este trabajo, muy interesante y de gran profundidad, nos alerta sobre el gran problema que está sufriendo el continente y en particular nuestro país, y es que la productividad total de factores, más conocida como la PTF, se estancó hace ya muchos años. En efecto, las cifras sugieren que desde el año 2000 la PTF chilena no muestra variaciones. Y ello es alarmante, pues la correlación entre incrementos en la productividad de factores y aquellos observados en en el ingreso por habitante es casi uno. Ya el Nobel Krugman decía, citado en este trabajo, que la productividad no es todo, pero en el largo plazo es casi todo.
¿Qué hacer entonces? Revisando los programas presidenciales de ambas candidaturas, el tema está muy presente. Todas las propuestas orientadas a agilizar la creación de empresas, el cierre oportuno de aquellas que no les fue muy bien. O bien propuestas de mecanismos tempranos de financiamiento, como también el apoyo a aquellos que fallaron y desean volver a intentarlo, apuntan justamente en la dirección de mejorar la productividad agregada. La conducción cercana y comprensiva de un Ministerio de Economía fortalecido que entiende que los precios no siempre son la mejor forma de asignación de recursos pues las fallas de mercado están por doquier es otro buen signo, recogida por ambos posturas. Otro Nobel, Stiglitz en un reciente libro sobre innovación y productividad, menciona que en estos ámbitos, todo parece una gran falla de mercado. Y, aparentemente, el gobierno actual lo ha entendido así.
Hay, eso sí, dos temas, que no están tratados en el texto ni en las propuestas del gobierno actual y creo, merecen un poco de atención. El primero tiene que ver con la alta heterogeneidad productiva que se observa en nuestras empresas. Si bien está documentado de que es natural que dicha varianza exista, lo que puede ser relevante para un conjunto de empresas de alta productividad puede no serlo para el grueso de ellas que tiene bajas productividades. Ello incluso en el mismo sector. Así, el diseño de políticas orientadas a incrementar la productividad de las firmas debe considerar estas diferencias para focalizar de mejor manera el esfuerzo público en estas materias tal como se hace en los programas que combaten la pobreza.
Lo segundo, tiene que ver con el alcance de las intervenciones. Muchas de las reformas macro realizadas durante los ochentas y noventas efectivamente explican mejoras importantes en la PTF chilena de esos años. Apertura comercial, desregulación financiera y de otros mercados de factores, reducción de incertidumbre cambiaria, por nombrar algunas tienen un fuerte correlato con las mejoras observadas en la PTF tal como ha sido largamente documentado para Chile. Pero estas reformas ya se hicieron y no hay mucho espacio para profundizarlas. Las que hoy se necesitan tienen un claro tinte microeconómico, son mucho más sector y factor específicas. Requieren no sólo de una mirada integradora entre los diferentes sectores y actores sino también una mirada estratégica, dinámica, entendiendo que se necesitan quemar etapas y que hay bastante de ensayo y error.
El reciente informe del BID nos plantea claramente el desafío, sólo tenemos que recoger el guante.
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